La Nariz Roja es una herramienta compleja:Jacques Lecoq la llamó la máscara más pequeña del mundo. Como la mayoría de las máscaras teatrales, la nariz roja amplía la imaginación, desafía y expande los límites físicos al alentar al/ la artista a abandonar la actuación naturalista para entrar en una dimensión del juego poética, surrealista, grotesca y absurda.
Existe una amplia gama de técnicas que ayudan a acceder a todo el potencial de la nariz de payaso y las habilidades que cultiva. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de otras máscaras, la nariz roja en sí misma no implica un conflicto dramático ni sugiere una forma: es neutral, inexpresiva, solo una mancha roja. Es el y la artista quien define la nariz roja "llenándola" con sus recursos individuales (el cuerpo, las emociones, los ritmos personales, el tiempo, las reacciones, etc.)
La nariz roja es una máscara de extremos, emociones crudas e impulsos. Si bien se asocia más a menudo con la capacidad del/ de la intérprete para hacer reír al público, lo más importante es la capacidad de los/as intérpretes para tocar, transmitir una emoción sincera y conectarse con el público, con otros/as intérpretes y con uno/a mismo/a sin interrupción. Cuando esté plenamente encarnada llevará al público a una montaña rusa emocional y nos sorprenderá al reflejar nuestra humanidad a través de muchas de sus formas.
En el punto de mira...
Cualquier acto de creatividad siempre se balancea en la delgada línea entre el rechazo y el éxito, el despido y la búsqueda de su hogar. Así es la naturaleza de la vida creativa: no incluye garantías ni concesiones. Como intérpretes debemos tener un cierto nivel de resiliencia y estar preparados/as para aceptar el resultado de que nuestro trabajo no agrade siempre por igual.
En el contexto del entrenamiento de actrices/ actores, la nariz roja es una herramienta excelente porque nos guía hacia y a través de los reinos de la vulnerabilidad, una matriz donde la no defensa, la verdad emocional y la vitalidad pueden encontrarse y sacarse a la superficie. Dar y recibir honestidad está profundamente entrelazado con aceptar nuestra vulnerabilidad. Por eso la crítica constructiva es invaluable y no debe verse como una amenaza. Ser capaz de navegar, reconciliarse y eventualmente dominar la propia inseguridad, transformándola en una fuerza creativa, es esencial para cualquier artista. Cuando el actor/la actriz se permite no rehuir y ser visto plenamente (incluso cuando existe un juicio real o percibido) se crea un verdadero vínculo entre el intérprete y el público. La capacidad del intérprete/ de la inérprete para permanecer presente y emocionalmente abierto/aes un regalo escénico. Cuando somos capaces de estar en paz con nosotros/as mismos/as, con nuestra vulnerabilidad y malestar, es cuando realmente comenzamos el maravilloso viaje de la interpretación.
La función del clown
El clown tiene el potencial de manejar temas delicados de una manera alegre y distendida.
Son muchos los beneficios de hacer payasadas en el aula de interpretación. Puede beneficiarnos emocional, mental y físicamente Además, contribuye a ampliar la imaginación, mejorar la autoestima y la confianza, explorar el potencial artístico, aumentar la desinhibición, relativizar el fracaso, la dificultad de los procesos, tolerar la frustació, y sobre todo, aprender a vivir la profesión desde la felicidad, el disfrute y la nutrición personal e intrapersonal... Y por supuesto, a dotarnos de habilidades y recursos para la comedia.
El payaso ya está dentro de ti...
Solo tienes que encontrarlo
El clown es un estado de juego.El trabajo con la técnica clown llnos lleva a experimentar un estado infantil, ingenuo y frágil... pero también a experimentar sus opuestos a través de la intensidad y la amplificación. Escuchar y ser receptivo/a es fundamental: lo que significa que uno/a necesita permanecer cerca de su cuerpo físico, de sus sentimientos y sentidos. La escucha y la receptividad son elementos esenciales para este viaje.Encontrar al payaso / a la payasa interior no es una decisión mental sino una actitud interior.
El vacío es otra de las claves...
Necesario para ese estado de "serendipia" (la facultad de hacer descubrimientos afortunados por accidente) que acercará a la actriz/al actor al payaso.
Ser payaso/a es más que un estado, es un movimiento, un proceso dinámico, es incluso un movimiento en dos sentidos: los pies en el suelo y la cabeza en las nubes. Es esta dualidad la que facilita el surgimiento de la imaginación.
Pies en la tierra significa permanecer alerta, con todos los sentidos vivos, a la realidad concreta y objetiva que nos rodea. Cuando olemos, vemos, oímos y tocamos, nos abrimos a ser tocados por la presencia del mundo. Esta presencia en la realidad concreta es la base de la imaginación del payaso. Como ocurre con el juego simbólico del niño o de la niña, el payaso/ la payasa encuentra en el corazón de los objetos, de los cuerpos, de las acciones y del espacio, una mina de oro sobre la que trabajar su imaginación ilimitada. La manera que tiene el payaso/la payasa de poner el pie en ella (la realidad) es ridícula; pero al mismo tiempo le da al payaso un conmovedor sentido de poesía, a la vez cómico y trágico.
La manera en que la payasa/ el payaso mira el mundo revela un mundo más allá de lo que conocemos de él y más allá de lo que lo "conocido" nos ha ocultado.
Los payasos prefieren las acciones a las palabras. No piensan en el mundo sino que vibran con él.
El proceso de hacer payasadas implica moverse en el borde de dos mundos: el de la imaginación y el de la realidad. A medida que comenzamos a abrirnos al mundo y a nosotros/as mismos/as, es importante que no controlemos, juzguemos o censuremos lo que hacemos o corremos el riesgo de aislarnos del mundo de la imaginación. Para hacer payasadas necesitamos estar en un estado permanente de inestabilidad.
Es cuando dejamos de controlar las cosas cuando nos sorprende la profundidad de lo que emerge.
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